Por ALBERTO GRIÑÉN
Diputados, un ruego
Señoras y señores diputados: Acabamos de celebrar las elecciones generales. Hemos podido comprobar de su celo, empeño, imaginación, perspicacia, ofertas y demandas para los venideros cuatro años. Entiendo que en el pensar de todos los votantes está el que se hagan realidad la mayoría de las propuestas y promesas realizadas, tanto desde el Gobierno, como aquellas que desde la oposición sean capaces de hacer prosperar por su idoneidad y demostrable beneficio para todos. Máxime, cuando el señor Zapatero, cuando supo que renovaría su elección como presidente, afirmó que sería el de todos los españoles y en especial de los menos favorecidos. Sé que soy un tanto majadero, pero no cesaré de pedir, de reclamar, de exigir que se respete la legislación vigente tanto a nivel internacional, como nacional, desde los distintos organismos e instituciones que deberían velar por todos los seres humanos.
Por ello insistiré hasta que alguno de ustedes presente una iniciativa para una ley que iguale el actual desequilibro entre la muerte y el derecho a la vida. Les solicito, y si hace falta se los ruego, que se articule una legislación para que todas, y repito todas aquellas mujeres que quedan embarazadas, tengan un apoyo total e incondicional desde todas las instituciones que -supuestamente- defienden los derechos de todos, incluido el derecho a la vida de los nonatos.
No entraré en el debate bioético, pero sí en la actual falta de un defensor que vele y proteja los derechos de los no nacidos. Recursos especializados, ayudas, subvenciones, instituciones que garanticen a esas familias, a esas mujeres, que no tienen por qué relacionar y pensar que el tener un hijo les supondrá un retroceso, una exclusión, una marginación, casi un estigma del que hoy por hoy la solución más recomendada es la de deshacerse y terminar con lo que parece ser un mero trámite.
Es necesario que las mujeres puedan continuar estudiando, formándose, trabajando sin temer que su embarazo, en esta sociedad del bienestar, les representará una descomunal discriminación y sobrecarga. Supuestamente queremos y estamos construyendo una sociedad del bienestar. Supuestamente tenemos una de las legislaciones más progresistas en la defensa, en los derechos y deberes de los menores y que éstos deberían estar mejor que nunca, aunque en más ocasiones de las deseadas, nuestros ciudadanos se cuestionen hacia dónde estamos educando a esos nuestros menores. Entonces, ¿para qué? ¿para quién? Se nos habla de los derechos de... ¿Dónde están salvaguardados -aparte de en los papeles-, los derechos de los nonatos? Seguramente esta iniciativa no es progresista, no dé votos, no les haga propaganda tal y como están las progresistas corrientes de pensamiento (?) Pero pese a todo ese tergiversado mensaje abortista que impera, reitero mi petición por derecho y por justicia, una ’Ley para la vida’.
Señoras y señores diputados, ¿serán capaces?
Publicado en diariodeavisos.com
|